Con dos victorias frente a SANT BOI: 10 x 8 y 10 x 9.
“No debéis fiaros amigo Sancho de los cantos de sirena que, ni las sirenas existen ni se prestan a cantar”
Dos nuevas victorias, sí. Resulta sin embargo difícil entender y sobre todo gestionar y calificar de manera adecuada, esas dos importantes pero, excesivamente, apretadas victorias.
Por un lado, porque nos enfrentábamos a un equipo claramente inferior esta temporada, que visitaba el diamante de El Fango, con un casillero de juegos ganados y perdidos, manifiestamente alejado de las estadísticas favorables obtenidas por el SANI.
Por otro, porque quienes se presentaban a competir, lo hacían ataviados con piel de dócil cordero, frente a las consistentes garras de lobo feroz que los celestes saniarras han venido exhibiendo hasta esta jornada del sábado. Y finalmente y en un “último lado”, porque todo ello hacía pensar en un cómodo paseo para los de Pocero.
Pero ni los santboianos fueron humildes corderillos, ni los azules del Sani utilizaron con contundencia, ni sus zarpas, ni sus colmillos. Más bien sucedió todo lo contrario.
Sant Boi, una vez desprendido de su piel de lechazo, hizo gala de un extraordinario poderío, mientras que los del botxo no sabían dónde ni cómo clavar sus uñas para despedazar a un rival que les daba, y dio, mucha guerra.
Atrás quedaba la jornada de los pasados días 6 y 7 de mayo, en la que San Inazio apabullaba a este mismo rival, en su propio feudo y en sendos juegos, por 12×4 y 4×0.
Pero agua pasada no mueve molinos y el molino cuyas aspas se pretendieron mover el sábado, fueron mucho más pesadas, pareciendo atascadas, frente a un rival más entero y complicado y desde luego mucho más decidido a dar una batalla sin cuartel. Una batalla que resultó cuasi encarnizada.
En el primer juego de la jornada, los catalanes batearon 16 imparables y eliminaron por la vía del ponche a 11 incautos, mientras que San Inazio tan solo acertó a conectar 11 imparables, cinco menos, y obtener 7 ponches.
Es cierto que Leonel Mendoza salvó el juego que había ganado por méritos propios Elio Silva y que los de casa no cometieron errores en defensa (errores técnicos, queremos decir…) mientras que los catalanes lo hicieron en 4 ocasiones que San Inazio supo aprovechar convenientemente.
Ya en la 1ª entrada los llobregatenses pisaban la goma una vez, a pesar de que Monzón, su primer bate caía doblegado por tres strikes. Una primera carrera que fue rápidamente respondida por un puñado de cuatro sencillos y un doble de Moisés Grance, más un error en defensa, hicieron subir al marcador las primeras 4 carreras celestes.
El partido parecía encarrilado…
Dos nuevas anotaciones santboianas en el tercer inning, obligaba al SANI a repetir con otras cuatro en la 4ª y una más en la 5ª, hasta que el madero en las manos de Javier Monzón se encargó, en la 6ª, de asustar de lo lindo sacando la pelota por encima y muy lejos de la valla, para colocar el marcador en un provisional 9×4.
Provisional, puesto que abriendo el 7º inning, Julio Grullón encontró su lanzamiento de cabecera y lanzó la pelota muy lejos y fuera del estadio. Suponía la quita anotación visitante. Pero tuvo que volver el caprichoso Monzón para, en esa misma entrada, acariciar de nuevo su lanzallamas y sacudir otro cuadrangular que, esta vez se llevó por delante a dos de sus compañeros para elevar a 8 las carreras definitivas de los del bajo Llobregat y poner, así, el luminoso en un apretado y tembloroso 9×8.
Comienza la angustia…
Pero Sant Boi acababa de refrescar su montículo, circunstancia que el jardinero Daniel González aprovecha para sacudir un doble por el jardín izquierdo que, finalmente, le llevaría a anotar la carrera nº 10, ayudado por el toque del sacrificado Mañé y el fino de Caballero.
Con estos dos últimos hits, los cuatro errores defensivos y alguna preciosa y comprometida defensa saniarra se llegaba al final de la 9ª entrada con el apretado resultado final de 10 x 8.
Ahora la angustia y el agobio cambiaban de dugout y de colores. San Inazio se llevaba la primera, aunque ajustada, victoria.
Un marcador favorable al que contribuyeron los cuatro pares de imparables bateados por Alvarado, Grance, Frederman y González.
El espléndido, soleado y sofocante día lorenzano no fue un buen aliado con las gradas, pero los aficionados disfrutaron en El Fango de esa primera y agónica victoria celeste.
Silva y Mendoza, 1, Sisneros-Palma y León, 0.
Comenzaba el segundo encuentro y daba la impresión de que los canis-lupus saniarras habían afilado sus garras, pero también lo hicieron los rebeldes corderillos santboianos y ya en el segundo turno al bate, el 2ª base y 6º al bate, Víctor López se encargó de marcar territorio, propinando un primer cuadrangular que volvía a poner los nervios bilbaínos a flor de piel.
Una inquietud y desasosiego que duró todo el encuentro a pesar del ramillete de carreras que los inazios fueron consiguiendo entrada tras entrada, comenzando por anotar 2 en la 2ª y otras 3, 2 y 2 más en las siguientes, que contrarrestaban las 4 nuevas anotaciones rivales y que, llegados al 7º inning indicaban una, solo aparente, tranquilidad para los locales, a pesar de que Monzón se había encargado de asustar de nuevo con otro cuadrangular.
Con 9 carreras a 6 favorables a los que dirige Pocero, se alcanza la 9ª entrada y es aquí, cuando la agonía, el desasosiego y el amago de infarto, todo ello en el mismo paquete, ponen en un tremendo aprieto a San Inazio.
Sant Boi anota 3 nuevas carreras y empata el partido.
Igualados a 9 gomas pisadas.
Mientras que el montecillo local, de la mano de Royd Hernández (W – 7.0 IP) y Leonel Mendoza (S – 2.0 IP), se encargó de retirar por la vía rápida sobre la goma, nada menos que a nueve (5 y 4 respectivamente), Daniel Martínez se había visto obligado a subir al suyo utilizando nada menos que a cinco de sus serpentineros que, lanzando con la diestra y alternando con la siniestra, no consiguieron sin embargo, ningún ponche durante todo el encuentro.
Claro que, alguno de los saniarras que habían despertado de su letargo del primer juego, se encargaron de estropear ese amplio repertorio de pitcheo, consiguiendo esta vez sacudir 15 imparables, varios de ellos de doble base y alguno que pudo ser y no fue, de tres almohadillas.
Llegados al noveno inning, quedada por tanto resolver el empate y el encuentro.
Aparece en el cajón de bateo el número ocho del lineup saniarra, el despierto cuidador del césped del jardín izquierdo, que hasta ese momento, había hecho acopio de imparables y sacude un nuevo batazo por la zona exterior central, que le lleva a apoderarse de la segunda base. Aumenta la tensión y el nerviosismo. Solo se escuchan las voces y aplausos desde la tribuna, mientras que el dugout catalán se queda sin respiración.
Pero la condenada segunda almohadilla traiciona a Daniel González que cae lesionado.
Es ahora, cuando la respiración le llega con gran dificultad a Pocero. Se encuentra ante un dilema que debe resolver de inmediato. Tiene sobre la almohadilla de 2ª, la carrera del gane, pero necesita la frescura de un corredor de garantías y retira a González, bajo un aluvión de atronadores aplausos.
En esos momentos, el silencio es lo único que se escucha, porque todas las gargantas celestes, las del diamante y las que hasta ese momento gritaban desde la tribuna, callan y tragan saliva.
Hasta que el mentor saniarra, que con las nieves del tiempo tiene plateadas sus sienes decide, sin que su pulso le tiemble, colocar sobre la 2ª base, nada menos que a Elio Silva, que sale disparado sin que el peso de la mochila cargada de responsabilidad, le estorbe y se hace cargo de la tan comprometida misión.
Tampoco le comprometió la presión al veterano Mañé que, en jugada de elección, empuja a Elio hasta la 3ª base. Ni Caballero se arredró y de nuevo en fielders choice, llega a 2ª, aunque Mañé cae eliminado, pero Silva continúa en posición anotadora.
Con 1 out, Moisés Grance arrebata un trabajado boleto y empuja a Yoel a pisar segunda base.
Las tres almohadillas ocupadas y las voces santboianas apagadas. Solo se escuchan los gritos de ánimo de la fanaticada celeste y en la cara de Leo Correa, que felizmente había reaparecido en este juego, se veía dibujada la contradictoria expresión de responsabilidad mezclada con la de la ambición de acabar con aquel sufrimiento deportivo.
Y lo hizo. Sacudió fino por la primera, empujó a Silva que anotó, se ganó el juego y a punto estuvieron varios peloteros azules de dislocar sus hombros, alborozados, levantando y agitando desmesuradamente sus brazos por la alegría.
Se conseguía así la segunda victoria. Agónica, pero victoria al fin al cabo.
Esta vez, solo Frederman terminó sin imparables, pero con una RBI, porque todos sus compañeros sacudieron y alguno de lo lindo, como Daniel González que sacudió 3, los mismos que Correa, o los 2 de Torres Mañé, y otros tantos de Moreno y Caballero o el fino de Grance y Alvarado y el también sencillo de Auciello que afinó putería en el 8º inning.
Tal vez Don Quijote tenía razón cuando aconsejaba a su escudero que no debía fiarse…
¿Es acaso la tónica habitual de nuestra novena esta emporada, fiarse en demasía?
Esperemos que no, porque por delante vamos a tener otra jornada trampa la próxima semana contra el Vila y otra más en la cuarta jornada contra los navarros del BN, sin olvidar los dos desplazamientos, primero a Valencia y en la última y definitiva jornada, al siempre complicado y “traidor” diamante tinerfeño.
Quienes siguen fiando y confiando en su novena de cabecera, son los incondicionales aficionados del SANI, que siempre esperan que su equipo dé lo mejor de sí mismo, que es mucho y bueno y que el próximo sábado, volverán a repetir esa confianza en su novena.
Zortea eta indar handia.
1º PARTIDO – BOX SCORE
2º PARTIDO – BOX SCORE
ESTADISTICAS ACUMULADAS 2023




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