Se acabó el descanso. Volvemos a la competición.
Y lo hacemos reiterando e insistiendo en aquello que en más de una ocasión hemos referido.
No hay rival menor, no hay equipo inferior ni menos peligroso, solo porque figure colocado en la parte baja de la clasificación.
Esta proxima jornada de la primera fase de clasificación, se disputará en casa contra Miralbueno Zaragoza.

Es cierto que los maños no están sobrados de estadísticas positivas y que vienen a Bilbao con una cosecha en contra de 11 juegos perdidos. Pero son precisamente este tipo de equipos quienes muchas veces crean incertidumbre y otras, incluso preocupación. Son aquellos que en ocasiones suelen producir grandes sustos y sorpresas y muchas veces realizan desgarros, pero no en los uniformes, sino en el resultado final de los encuentros.
El motivo es bastante sencillo de explicar aunque sea duro de aceptar.
Cuando un equipo como San Inazio se enfrenta a rivales de entidad, de tradición peligrosos y altamente competitivos, las mentalidades de sus peloteros se confabulan para afrontar una dura y peleada competencia. La furia de su espíritu luchador se agranda, la ambición se manifiesta y la voracidad de sus impulsos ganadores se endurece.
La ilusión por roer y desmenuzar esos duros huesos les proporciona una gran moral, más confianza en sí mismos, así como una más elevada fuerza emocional con la esperanza de desarrollar sobre el diamante su mejor juego exponiendo todo su potencial para alcanzar el supremo objetivo que es obtener la victoria.
Sin embargo, el riesgo que corren los equipos grandes cuando se enfrentan a rivales de “menor entidad”, o que puntualmente se presentan –como sucede en este caso- con un amplio y menor número de triunfos obtenidos, es el de que, creyéndose muy superiores, “floten” sobre su mal gestionada confianza, para luego ser sumergidos en una delicada fragilidad emocional que puede proporcionarles grandes quebraderos de cabeza, incluso sufrimiento, convergiendo en derrotas inesperadas.
Eso fue lo que le sucedió al SANI hace dos temporadas en feudo zaragocista y con el mismo rival de este próximo fin de semana, cuando precisamente y también en el mes de mayo de la temporada 21, los celestes del botxo cedieron su primer partido ante el rigor de esa traidora y mal entendida confianza.
Una actitud que hizo zozobrar sus esperanzas de victoria ante el tramposo concepto de creerse, rayando la arrogancia, muy superiores a los zaragocistas de Miralbueno.
Pero este año y con la lección bien aprendida, los de Pocero saben de sobra que los caminantes, solo hacen su camino al andar, que el sendero no se hace él solito y que el camino se construye a base de sus propias huellas, de su esfuerzo, de su sacrificio y de tesón. Y de nada más.
Saben también que para conseguir carreras hay que batear y hacerlo con efectividad, con precisión y con productividad.
Tienen esa lección bien aprendida y en su recuerdo, el varapalo sufrido ante un Astros que en la segunda jornada, receloso, visitaba el diamante bilbaíno, pero que finalmente les arrebató las victorias a pesar de su arrojo y valentía que finalmente los convirtió en unos celestes incautos que no pudieron, o no supieron, defender adecuadamente su pabellón.
Sin embargo, ese recuerdo, por grosero y doloroso, ya quedó atrás. Y muy atrás.
Así lo demostraron al enfrentarse más tarde a los otros líderes, los tinerfeños del Marlins, a quienes castigaron con su primera derrota de la temporada, haciendo bajar del trono a su pitcher estrella que venía de ganar todos sus juegos lanzados sin permitir ni una sola carrera.
Pero con esos precedentes y otras más jornadas victoriosas, dentro y fuera de casa, San Inazio asume en esta octava jornada de liga, la obligación de demostrar toda su fuerza bateadora y su seguridad en defensa, acompañada de un cuadro de lanzadores absolutamente comprometido y demostradamente ganador.
Toca por tanto arrostrar la recta final de esta fase de clasificación estando bien atentos a las posibilidades propias, con la cabeza bien fría y con la convicción y seguridad de vencer en las tres restantes jornadas. En las tres.
Por eso en esta, no puede ni debe haber paños calientes. Ni fríos. Que los paños, solo sean de lágrimas para sus rivales.
Es bueno recordar que precisamente en esta misma fecha, pero de hace cuatro años, San Inazio conseguía ser subcampeón de Copa, obteniendo también el subcampeonato de la Liga Nacional.
Si a ese buen recuerdo y el agradable sabor de boca que deja, se le une la excelente actitud, junto con la progresión obtenida por el equipo en las últimas jornadas, este sábado a partir de las 13:00, volveremos a vibrar en casa con nuestro equipo y, bien con el agobio de una perlada lluvia, o con la dulzura del brillo de los rayos lorenzanos, pero siempre con el calor de sus incondicionales y cada vez más numerosos aplaudidores, San Inazio saltará al diamante para demostrar que sabe cómo hacer el camino ganador. Y para hacerlo bien.
Las casualidades de los calendarios de División de Honor y 1ª División “A” han querido que ambas entidades tengan que competir entre ellas en el mismo fin de semana en las dos divisiones. La jornada del sábado es Bilbao la plaza, a los equipos filiales les toca verse las caras el domingo en las instalaciones de la capital maña a partir de las 16:00.
Esta 1ª División “A” que va llegando a su cierre y en la que los técnicos bilbaínos han podido ver cómo va creciendo la novena mas novata con la que han contado desde hace varias temporadas. El equipo empezó muy dubitativo pero según han pasado las semanas le ha ido cogiendo la medida a la categoría de plata estatal, jugando a un muy buen nivel.
Zaragoza les espera y esperemos que de nuevo el buen juego también.
Zorte on.